miércoles, 29 de febrero de 2012

VIKINGOS

Vikingo (del inglés viking, y este del nórdico antiguo víkingr) es el principal de los nombres dados a miembros de los pueblos germánicos originarios de Escandinavia, famosos por sus incursiones y pillajes en Europa. Dependiendo del contexto y de la interpretación del autor, puede usarse el nombre para referirse a los incursores de esta procedencia o a sus países de origen. La metonimia ha llevado a que el nombre se siga usando aún hoy en día de forma coloquial para referirse erróneamente a los países escandinavos.

Si bien existen referencias vagas a pueblos germanos del Báltico y Escandinavia en las fuentes latinas, sus ataques y su aparición en la escena política europea cobran relevancia con el saqueo del monasterio de Lindisfarne (793) en el norte de Gran Bretaña, al que pronto siguieron ataques a otros monasterios. Los anales y crónicas de los dos siglos siguientes están repletos de relatos aterradores. Su actuar violento aterrorizó a las antiguas comunidades que, aunque
acostumbradas a la guerra, no tenían forma de prever cuándo habría una incursión y sufrían una carencia de poderes fuertes en los comienzos de la Edad Media. Estos ataques sumados a los de los húngaros y ávaros, a la presión de pueblos eslavos en Europa Oriental y a la de los árabes en el Sur fueron tanto causa como consecuencia de un período de inestabilidad que favoreció la descentralización política del feudalismo.

Durante los siglos siguientes, los vikingos y sus descendientes tuvieron gran influencia en la historia europea. En las Islas Británicas gobernaron durante muchos años hasta ser finalmente derrotados por los normandos, descendientes de vikingos que habían recibido tierras en Normandía (Francia). En Italia fundaron el reino normando de Sicilia e incluso llegaron a influir con sus incursiones en el Califato de Córdoba y en el Imperio bizantino. A través de los ríos del norte intervinieron repetidas veces en el mar Báltico y en Rusia, cuyos primeros estados (la Rus de Kiev) aparecen vinculados a aventureros vikingos.

Se suele datar el final del periodo vikingo con la caída del rey Harald el Despiadado, que murió en la Batalla del puente Stamford en el año 1066 cuando intentaba tomar posesión del territorio de Inglaterra. Si bien la influencia nórdica siguió siendo relevante, la aculturización de normandos en Francia, Inglaterra e Italia, las victorias militares de varios estados como Francia que lograron asegurar las costas y la propia disminución de incursiones escandinavas con la cristianización de Escandinavia supusieron paulatinamente el final de su actividad tal y como se conocía.


ANTECEDENTES:
Pertenecían étnicamente a la familia de los pueblos germanos y su lengua y cultura eran germánicas derivadas de religiones animistas, como las de todos los pueblos escandinavos. Los primeros monjes cristianos germanos asociaron a este pueblo con el nieto de Noé e hijo mayor de Jafet llamado Gómer (y su pueblo, los cimerios). Esta comunidad lingüística y cultural de toda el área escandinava ha de tenerse en cuenta a la hora de profundizar en el conocimiento del espíritu que llevaban estos pueblos.
Estos pueblos, al igual que los griegos, habitaban una geografía muy segmentada que —junto al clima y los animales carnívoros— hacía muy difícil la comunicación por tierra, lo que les obligó a navegar. El mar se convertiría en su principal medio de comunicación.
Los contactos entre los países nórdicos y el resto de Europa venían de hace tiempo. Los hérulos, por ejemplo, fueron unos claros predecesores de los futuros vikingos, ya que también procedían de Escandinavia y efectuaron algunas expediciones de saqueo a lo largo de las costa atlántica de Europa a bordo de embarcaciones. Los hallazgos arqueológicos muestran que el comercio y la influencia datan de varios milenios a. C. No obstante, los países escandinavos constituían un remoto rincón de poca importancia política y económica para el resto de Europa.

PUEBLOS NORDICOS:
DANESES:
En sus inicios, los daneses (o danes) tenían una organización militar muy fuerte, realizaron incursiones rápidas, cuyo único fin era el pillaje y obtener un botín. Era también el pueblo más numeroso de los tres. Habitaban principalmente en Jutlandia, Escania y Selandia, aparte de las islas que separan al mar Báltico del mar del Norte entre ambas penínsulas. Esto les daba una gran ventaja estratégica que les permitía dominar las rutas de comercio, al igual que Constantinopla. En Dinamarca se han hallado restos de fortificaciones, de fines del período de apogeo vikingo, donde podía concentrarse gran número de tropas. Las fortificaciones, conocidas como trelleborgs, tienen forma circular y están divididas en cuatro cuadrantes, con edificios en cuadro en cada uno de ellos. Los recintos fortificados están concebidos con una precisión que atestigua gran sentido del sistema y del orden por parte de los caudillos, y también que, en el séquito del rey danés, había gente con profundos conocimientos de geometría. Un ejemplo de este tipo de asentamientos es la antigua Hedeby.
 NORUEGOS:
Empezaron surcando los mares y ríos con fines pacíficos, que posteriormente cambiarían por incursiones a mayor escala que las de los daneses, con fines de conquista. Se les conocía por ser muy buenos navegantes y fue también en Noruega donde se conservó mejor la tradición naval. Cabe señalar que los noruegos controlaron el mar del Norte, recorrieron el océano Atlántico. Los noruegos colonizaron Islandia, Groenlandia y Vinlandia.
SUECOS:
Realizaron grandes viajes a través de los mares entre los siglos VIII y XI. Recorrieron toda la Europa septentrional y meridional, interviniendo en Rusia, el Imperio bizantino y otras zonas de Europa Oriental.

LA ERA VIKINGA: EL TERROR DEL NORTE
Sus ataques y su aparición en la escena política europea comenzaron con el saqueo del monasterio de Lindisfarne en 793. Los monasterios, que acumulaban amplias posesiones, alimentos y cobijo, son objetivo de sus siguientes ataques, que se producen con gran facilidad y rapidez (al fin y al cabo, los monjes no podían defenderse). En 794, son saqueados el monasterio de la isla escocesa de Iona, los monasterios de Jarrow y Monkwearmouth en la costa inglesa y el monasterio de Inishboffin en Irlanda. Dichos ataques se repetirían en los años siguientes, azotando la zona. No obstante, hay que tener en cuenta que la mayoría de fuentes de esa época fueron redactadas por los pueblos atacados, por lo que es posible que muchos de los datos estén exagerados. De hecho, los ataques fueron vistos en muchos casos como herejías por los monjes de los monasterios, ya que suponían un ataque directo a Dios.
En 799, los vikingos se empiezan a aventurar lejos de esa zona y arriban por primera vez a la costa francesa en Bretaña. El estuario del Loira y las islas de la región fueron víctimas de las razas vikingas. En el 820, ya una flota de 13 navíos ataca por el Sena. En 834 se tienen noticias de sus primeros ataques a los Países Bajos.
En las Islas Británicas y el Canal de la Mancha, el paso del tiempo sólo incrementó el número de ataques, su fuerza y su alcance. En 840, se tiene constancia de su primer campamento invernal en Irlanda, donde, para protegerse de los daneses, los jefes locales se alían con los noruegos, que desde 853 pasan a controlar Irlanda. En 850, hibernan también en Inglaterra, donde fundan en 866 un asentamiento permanente en York y conquistan una amplia porción del país. Al sur, también empeoran las cosas: en 845 se produce el primer ataque a París y en 847 a Burdeos.
La primera expedición vikinga al Mediterráneo data de 844, cuando queman Sevilla. En el 858, una expedición de más de 62 barcos saquea las costas del Levante ibérico y la Toscana italiana. A partir de esa época, comienzan a remontar ríos, siendo rechazados en 863 frente a Colonia, aunque obteniendo éxito en otras incursiones por Alemania y Francia. Al oeste, remontan el Volga por Rusia, apoderándose en 861 de Nóvgorod y en 863 de Kiev. En el 865, una primera expedición sin éxito trata de llegar a Constantinopla.
En 878, el rey de Wessex Alfredo I el Grande venga los múltiples saqueos de Inglaterra y logra derrotar a un ejército danés, garantizando la independencia de su tierra, aunque tiene que reconocer el dominio de éstos sobre la otra mitad de Inglaterra. La guerra no tardaría en reanudarse, pero desde entonces los vikingos llevan la peor parte. En 885 su ataque más afamado a París sólo se evita con el pago de un rescate y el permiso para saquear las tierras durante su camino de vuelta. Pero en 888, Alain de Bretaña logra derrotarlos también. El comienzo del siglo X en Europa Occidental marca el fin de sus grandes éxitos. En 911, se rechaza el último ataque a la desembocadura del Sena, y en 931 son expulsados de sus bases en el Loira. La década siguiente ve sus últimos ataques a Bretaña.
En Oriente su esplendor duraría más, y a lo largo del siglo X, varias expediciones tienen éxito en sus ataques por el Mar Negro y el Caspio. Los comienzos del siglo XI verían un último reaparecer cuando en 1014 se reinstaura el dominio vikingo de Inglaterra y con el vikingo Canuto. Este renacer se considera definitivamente terminado cuando el rey Harald III el Despiadado muere en la batalla del puente Stamford en 1066, durante conflictos dinásticos en Inglaterra.
La Era Vikinga estaba ya tocando a su fin. En 1100 Suecia se convierte al cristianismo, mostrando así como Escandinavia se iba integrando en la cultura europea cristiana. Fuera de sus países de origen, la mayoría de sus asentamientos habían terminado mezclándose con al población local y aculturizandose. Los descendientes de los vikingos lograron consolidarse en el ámbito europeo y fundaron el primer reino ruso en Kiev. Los normandos, vikingos asentados en Francia, salieron de Normandía y subieron a los tronos del reino de Jerusalén, Inglaterra, Sicilia, Nápoles y del Imperio Latino.

Imagen de un barco vikingo o drakkar.

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